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martes, 31 de agosto de 2010

Hedonismo no es consumir (entrevista a Michel Onfray)


Entrevista por Cecilia Bembibre

“Entre mis lectores están los locos, los histéricos, los perturbados, los nutricionistas”, enumera con ironía Michel Onfray, el filósofo francés que reivindica al hedonista como figura clave de su propuesta teórica. No son todos. “Los que leen en la soledad de su existencia y tratan de mejorar su vida” conforman un público que ha encontrado en El deseo de ser un volcán, Diario hedonista, La construcción de uno mismo o La razón del gourmet argumentos sólidos para adherir a una moral distinta. Invitado por la embajada francesa para la Feria, Onfray conversó con Página/12.
–¿Hay un malentendido con la figura del hedonista?
–Se cree que el hedonista es aquel que hace el elogio de la propiedad, de la riqueza, del tener, que es un consumidor. Eso es un hedonismo vulgar que propicia la sociedad. Yo propongo un hedonismo filosófico que es en gran medida lo contrario, del ser en vez del tener, que no pasa por el dinero, pero sí por una modificación del comportamiento. Lograr una presencia real en el mundo, y disfrutar jubilosamente de la existencia: oler mejor, gustar, escuchar mejor, no estar enojado con el cuerpo y considerar las pasiones y pulsiones como amigos y no como adversarios.
–A los 28 años tuvo un infarto, y eso le sugirió su texto El vientre de los filósofos. ¿Cómo lo cambió esa experiencia?
–Cuando tuve ese infarto acudí a una nutricionista que me hizo comprender que se podía mantener un discurso castrador respecto de los alimentos. No había que comer con sal, ni grasas, no tomar alcohol, y la idea de mi primer libro arribó a partir de esa experiencia, como una invitación a considerar que el placer de la alimentación era preferible al displacer de una mala nutrición. Nos peleamos bastante, yo estaba en mi cama con el infarto y ella me estaba dando clases. Como conservaba algo de retórica, se fue enojada diciendo que conmigo no se podía discutir.
–Y nunca siguió sus consejos. ¿Cuál es su posición frente a la ciencia?
–Encuentro a la ciencia limitada e incapaz de incorporar todo lo que no es inmediatamente cuantificable, aunque la respeto. La ciencia no puede incorporar el placer; piensa que es deseable medicar a alguien para que el colesterol baje, sin pensar que eso puede ser terrible para la salud de una persona, porque está obligada a considerarse a sí mismo un enfermo. La ciencia debería poder integrar una dimensión psicológica de la medicina: sabemos que a veces el tratamiento con placebos lleva a curaciones.
–Uno de los fenómenos que usted señala es la disociación que existe entre el cuerpo y los sentidos. ¿Cuándo ubica el inicio de este proceso?
–Es algo que no puede situarse con mucha precisión, probablemente esta situación en la prehistoria no existía, pero con el proceso de hominización se desarrolla una moral y con ella una cultura de odio del cuerpo. Sólo hubo morales alternativas que celebraron el cuerpo, en tanto las morales oficiales, las morales del poder, consideran que hay que negarlo.
–Pero hay sentidos privilegiados, ¿cómo se llega a esta jerarquización?
–No es la sociedad la que privilegia: ciertos sentidos se ven privilegiados según una lógica de la supervivencia. Cuando el hombre caminaba en cuatro patas, estaba más en posición de oír y olfatear que de ver, al convertirse en bípedo existe la posibilidad de un mayor desarrollo del cerebro. La jerarquía de los sentidos se modifica y es la vista la que ocupa un primer lugar. Esto va cambiando con los siglos y con el desarrollo de la urbanización masiva. En la vida rural la gente tenía otra relación con la naturaleza; en la sociedad urbana actual se huele y se oye menos. Las sociedades consideran que hay bellas artes o sentidos nobles, relacionadas con la vista y el oído y otras menos nobles, relacionadas con el olfato o el gusto. Difícilmente se da la posibilidad de oler o gustar a otro fuera de la intimidad. Mi propuesta consiste en que los cinco sentidos deben ser considerados de manera igualitaria, y que debe ser otorgado a la gastronomía el mismo status que a la pintura o la música.
–Se está produciendo un documental sobre sus ideas, y usted se presenta en medios masivos. ¿Hay una apertura de la filosofía en ese sentido?
–Para el documental estoy escribiendo el guión. Es una colección que se ocupó de Deleuze, Sartre y Baudrillard, y reduce todo el trabajo a ciertas claves que permitan comprender la obra entera. Creo que el cine es un acercamiento posible a la filosofía, como la radio, la TV o el video. Son medios para llegar a gente que a lo mejor no se atreve a leer un libro. Hay quienes están a favor y en contra. Los que están a favor son los que son invitados, y los otros, los que nunca reciben invitación. Curiosamente, cuando se los llama para opinar en un programa cambian de posición.

lunes, 23 de agosto de 2010

La oclusión de la palabra en Griselda Gambaro (Beatriz Trastoy)


Griselda Gambaro ocupa el lugar más relevante en la dramaturgia argentina contemporánea. Sí, en los años 60, El desatino, Las paredes, Los siameses o El campo fundan en la escena local un "absurdismo" cuestionador de los valores y los roles sociales, sus piezas de la década siguiente se caracterizan por una mayor transparencia semántica, apoyada en la crueldad de las imágenes visuales. Textos posteriores como La malasangre (1981), Del sol naciente (1983) y Antígona Furiosa (1986) muestran, en cambio, la preeminencia del discurso verbal, articulado por medio de procedimientos más próximos a los códigos de representación realista: la secuencia lógica organiza el razonamiento de los personajes: los silencios adquieren una significación profundamente reveladora.
En este desplazamiento de la imagen visual hacia la palabra como instancia productora de situaciones dramáticas, Decir sí, pieza breve estrenada en 1981, constituye un punto clave en el que vale la pena detenerse.
En Decir sí, los objetos de escenario propuestos por las didascalias (un espejo, un sillón giratorio, utensilios de afeitar, pelo cortado por el suelo) representan una peluquería convencional. No obstante, la actitud del peluquero, ante la llegada del cliente (no saludarlo, darle la esplada para mirar por la ventana) constituye el primer indicio de ruptura con la cotidianeidad, con los códigos de comportamiento socialmente aceptados. Ambos personajes entablan una relación que transgrede la figura convencional del peluquero, largamente codificada en las distintas expresiones estéticas del costumbrismo argentino. Esta vez, el cliente es el que charla, el que canta, el que busca adular y complacer, el que nunca manda, el que jamás tiene razón.
Frente al enigmático mutismo del peluquero, el cliente asume todo el peso del discurso verbal: así, con un quiasimonólogo, busca "construir" el diálogo y recurre para ello a distintas estrategias lingüísticas. Responde a preguntas que él mismo hipotetiza e intenta, a través de continuas rectificaciones de su propio discurso, verbalizar acertadamente el presunto pensamiento de su interlocutor. En algunos casos, el halago obsecuente se resuelve en hipérbole; en otros, la autorreferencia disloca la continuidad semántica. La palabra del cliente -cada vez más desconcertado- se torna, entonces, errática e incoherente.
De manera particular, la utilización de códigos diferentes transgrede las formas convencionales de toda interacción conversacional. El peluquero compensa con el silencio la verborragia del cliente y se comunica, casi exclusivamente a través de signos no lingüísticos (deixis gestuales, expresiones faciales significativas, etcétera) y de signos paralingüísticos (entonación, intensidad, ritmo, timbre), minuciosamente especificados por la autora en las didascalias. El cliente, por su parte, decodifica, aterrado, los silencios, los gestos, las miradas y las vagas palabras del peluquero, como órdenes a las que obedece sin rebelarse. Así, limpia el sillón, junta los pelos del piso, desempaña el espejo y termina afeitando y cortándole el cabello al propio peluquero. Convencido de que su indisimulable falta de destreza provocará la ira de éste, el cliente culmina "confesando", aceptando la responsabilidad de una supuesta culpa. El peluquero, aparentemente indignado, le propone -siempre por medio de una gestualidad inquietante- invertir la situación. Invita al hombre a sentarse en el sillón pero, en vez de afeitarlo, lo degüella con un rápido y certero tajo. Luego se quita la peluca y la arroja sobre el cadáver del cliente.
La tensión creciente entre los significantes verbales y los significantes paraverbales y gestuales estructura, entonces, la sintaxis dramática de la obra y determina, en el plano semántico, la progresiva victimización del cliente. Se plantea, de este modo, una siniestra inversión de roles que remite a diferentes niveles de metaforización. Por una parte, el que corresponde a la relación víctima-victimario, casi un tópico del teatro contemporáneo. Por otra parte, el nivel de metaforización que transgrede el anterior, es decir, que subvierte la posición discursiva convencional de la víctima, al presentarla como legitimadora del discurso del victimario.
El cliente habla, dice, pero sus palabras no le sirven. No pide explicaciones ni alega una defensa. Miente y se miente a sí mismo, intenta engañar y se autoengaña. Con las palabras justifica lo injustificable y llega, inclusive, a subvertir los datos de la realidad (define la navaja vieja y oxidada como "impecable" y el líquido nauseabundo como "agua de colonia"). Sin embargo, la peluca que el asesino se arranca constituye un signo objetual altamente significativo que resemantiza la historia narrada y, al interactuar con los otros sistemas significantes, instaura nuevos y más complejos niveles de metaforización.
El gesto final del peluquero muestra al cliente como víctima de un siniestro engaño. Si el pelo mal cortado era falso y no hubo "culpa", no existe justificación alguna para el crimen. El principio de causalidad que parece regir el desenlace (con la secuencia causa-efecto concretada como torpeza-crimen) queda supuestamente invalidado. Sin embargo, no se trata de una situación aislada y puramente causal. Obedece a la lógica de las cosas. En efecto, un recuerdo infantil narrado por el cliente. a quien sus compañeros de juegos arrojaron a un charco maloliente por negarse a cruzarlo, aporta información sobre la prehistoria del personaje y parece explicar su miedo a rebelarse y su incapacidad para volver a "decir no". La anécdota verosimiliza la extraescena mostrando, aunque sin precisiones referenciales y con un sentido claramente metonímico, un contexto social intolerable en el que no es posible el disenso. Si "decir no" alguna vez perjudicó al personaje, "decir sí" ahora lo aniquila.
El título mismo de la obra pone el acento en la discursividad lingüística y, por extensión, en el valor contractual de la afirmación, reforzado por la presencia del infinitivo. "Decir sí" significa aceptar, coincidir, pero también, en la instancia correspondiente a la dinámica entre significantes verbales y no verbales ya señalada, "decir sí" significa someterse.
El texto de Griselda Gambaro plantea, por lo tanto, una contradicción sólo en apariencia: "decir sí" (como actitud de sometimiento) y "decir no" (como gesto de rebeldía) se oponen sólo en el plano lingüístico, ya que, ante la fuerza omnipotente y artera, encarnada por el peluquero, no cuenta ni el sí ni el no: frente a la irracionalidad de un totalitarismo que no se vale de palabras, las palabras no valen.
Decir sí ha sido juzgada por las crónicas de su estreno como una metáfora sobre los complejos mecanismos del poder tiránico, basada en la relación entre víctima y victimario. Aunque no del todo desacertadas, las opiniones de los críticos tendieron a parcializar la fuerza transgresiva del texto y, por lo tanto, su importancia estética e ideológica.
Como hemos señalado, en Decir sí se infringen tanto las características de los intercambios conversacionales y de las relaciones contractuales de la vida cotidiana, como los modelos culturales hipercodificados (la figura del peluquero charlatán y obsecuente). Asimismo, la obra transgrede ciertos rasgos propios de la estética de la neovanguardia, que se constituyó en modelo para las piezas "absurdistas" de Gambaro, especialmente durante los años 60. Cambian no sólo los procedimientos concernientes a la discursividad gestual, que no es aquí ni grandilocuente ni sobreabundante, sino también los procedimientos referidos al discurso lingüístico. En Decir sí, a diferencia de los textos de Ionesco, Beckett o Pinter, la palabra no es el lugar del vacío espiritual ni se desintegra como reflejo inmediato del caos del mundo. Gesto y palabra se vuelven muecas inútiles y paradójicas que redimensionan las relaciones de poder y sometimiento. A su vez, el tratamiento del nivel verbal en Decir sí supone una variante con respecto a la propia textualidad de Griselda Gambaro. Es aquí que rompe el modelo de otros personajes-victimarios: la madre en El desatino, el ujier en Las paredes, Franco en El campo o el padre en La malasangre, entre otros. El peluquero casi no habla; se limita a repetir alguna palabra a modo de eco, a comunicarse con gestos y oscuras miradas. No necesita (ni desea) disimular su actitud autoritaria, ya que el cliente, salvo tímidos e inútiles intentos de rebelión, acepta ocupar la figura complementaria de la víctima.
La obra se estrenó en el marco de Teatro Abierto (1981), ciclo que, aglutinando a prestigiosos creadores y público entusiasta, constituyó un núcleo de directa oposición al régimen dictatorial instaurado en la Argentina a partir de 1976. No obstante, Decir sí escapa -con sus sesgo nihilista- al doctrinarismo frecuente en el llamado "teatro político". No hay soluciones sugeridas desde la escena: la oposición convencional entre "buenos" y "malos" tiene otros matices: el sí es tan eficaz como el no para enfrentar el discurso totalitario.
En el marco de la trayectoria dramática de Griselda Gambaro, Decir sí constituye, sin duda alguna, el cierre de una etapa que involucra dos momentos de su producción. Por una parte, lleva a la exasperación ciertos rasgos propios de la textualidad de los años 60, como la dislocación del principio de causalidad o la desarticulación transgresora de los roles sociales. Por otra, opta por una mayor economía de recursos y sintetiza los procedimientos de los textos del 70. En Decir sí ya no encontramos ni la reiteración de una misma situación (Información para extranjeros), ni la crueldad en los juegos farsescos o paródicos (Dar la vuelta, Nada que ver, Real envido)
Decir sí es, al menos hasta el momento, la última obra gambarina en la que personajes masculinos son protagonistas de un conflicto sin salidas aparentes para superar el horror del totalitarismo, dado que la palabra -en cuanto espacio de articulación de los vínculos humanos- es cuestionada e invalidada por su capacidad enmascaradora.
La producción teatral gambarina de los años 80 evidencia, en cambio, una fuerte presencia del protagonismo femenino (ya anticipada en sus textos de la década anterior) y la recuperación de la palabra que, a pesar del metafórico distanciamiento en tiempos y espacios que plantean las historias narradas, adquiere una dimensión claramente referencial. En estos textos, palabra y mujer establecen un compeljo entramado de significaciones, cuyo sentido último deberá rastrearse en las circunstancias recientes de la historia argentina. En boca de Dolores (La malasangre), de la cortesana japonesa (Del sol naciente) o de la infeliz princesa tebana (Antígona furiosa), la palabra será grito, clamor, denuncia pero siempre arma liberadora contra el silencio cómplice de la muerte.

lunes, 31 de mayo de 2010

La ciudad (Axel Bria)



La ciudad (Brian Calderón)



El viaje (Julieta Benítez)



La ciudad (Paul Ajhuacho López)



El viaje (Rocío Cantero)



La ciudad (Rocío Cantero)



El viaje (Berenice Morales)



La ciudad (Karina Ojeda)



La ciudad (Sofía De Luca)



Yo soy argentino (Melisa Blanco)


¡Yo soy argentino!...
eso me hace caer, porque
el asesino me asesina...
en medio del temporal
fantaseo con el mar.

Nuestra bandera flameaba
llena de poder
los inocentes son los culpables
eso me hace caer, porque
es mucho para mí.

Lavando sus copas,
exigiendo más
que sobras, pero
tengo que inventar
y es mucho para mí

La patria (Yuleisi Rojas)


Este país no estuvo hecho porque sí;
estamos en la tierra de todos,
estamos en la tierra de nadie
Nuestras banderas unidas
el mezcladito que enciende
países que quieren ser libres
San Martín inflamado, libertad, pronunció,

Nuestra bandera flameaba
del Norte el frío mataba,
se hizo dura la piel,
el terror fue la ley.

Patria un vinculo nuestro
un lugar de protección,
¿Pero que pasa cuando no estamos en nuestro lugar?
Adaptarnos a esa realidad, a esa cultura.

Por diversas razones
las personas deben dejar sus tierras,
el que en el rostro se nota la nostalgia
un tristeza que invade en su corazón.

Y sigo lavando copas
de gente mejor que yo;
en un lugar que no es el mio
pero al que día a día debo acostumbrarme.

Muchos piensan en volver a su tierra
a su verdadero origen
pero que pueden hacer si salen
de un lugar para buscar algo nuevo.

Un recorrido (Yuleisi , Rocío y Jonathan)





Córdoba y Florida

Desde la esquina de Córdoba y Florida se puede observar el Centro Naval, La Galería Pacifico y el Edificio de Alitalia.

Del Centro Naval se puede observar una gran fachada con una puerta de hierro, unas columnas, y una escalinata semicircular.

Mirando hacia arriba se puede observar el extenso balcón rodeado de rejas negras, y unas ventanas semicirculares y otras, más alto, cuadradas, todas, con cortinas de color blanco. Usted sólo se puede imaginar el interior de este gran edificio, ya que desde afuera no se puede ver.

En cambio el Edificio de Alitalia permite ver desde el exterior sus habitaciones u oficinas, sus muebles, paredes, techos, y una gran araña ubicada en el centro de uno de los ambientes. Su forma es la de un semicírculo, transparente y dividido

Y la Galería Pacifico muestra una gran fachada, de forma rectangular, muy iluminado, con un balcón de frente y ventanas con cortinas que no dejan ver el interior. Su entrada es una puerta de vidrio, y en el interior se puede ver una gran fuente de agua y su techo es muy característico ya que tiene vidrios y luces y en ciertas zonas hay pinturas.

Diferencias con el texto de Escari:

En el Centro Naval no se pueden observar ni el hall de entrada, ni la habitación circular pequeña con la gran araña de cristal en el centro; Y en el Edificio de Alitalia, mirado desde la esquina, es semicircular y no cuadrado como dice el texto.

Semejanzas con el texto de Escari:

La vista del interior del Edificio de Alitalia, con sus oficinas, muebles, paredes, techos, y una gran araña; Y la fachada, la puerta de hierro, el balcón con las rejas, las columnas, del Centro Naval.

Pueyrredón y Bartolomé Mitre

Lo que se puede observar desde la esquina de Pueyrredon y Bartolomé Mitre, son los embotellamientos, muchas infracciones que en el texto no lo menciona, muchas por parte de las personas y también por automóviles. Es una calle muy movida, muy acelerada, y a la vez tumultuosa por los puestos ilegales que hay, los vendedores ambulantes.

Es una avenida ancha con una plazoleta en el medio, donde en algunas ocasiones ocurren robos, y muchas veces es considerada como una de las zonas mas peligrosas

SEMEJANZAS CON EL TEXTO DE ESCARI:

Las semejanzas que encuentro entre la descripción que hay en la calle Pueyrredón y Bartolomé Mitre son: la circulación de los autos, que provoca mucho ruido. Y a medida que se aleja disminuye, pero la llegada de otro vehículo vuelve a retornar dicha molestia.

Y también el ruido de las bocinas, que por ejemplo el día que recorrimos esta calle hubo un pequeño retraso de dos colectivos que provocó un embotellamiento, el tumulto de muchos coches, ya que pasaron el semáforo sin respetarlo. Y por ultimo debido a estos ruidos molestos manifestados por los coches, colectivos, motos, no permite que la gente se escuche entre si, solo se pueden escuchar gritos de la gente llamando a otra, o como bien dice en el texto, el sonido que provocan los pasos de la gente, sobre todo los tacos de mujeres que caminan sobre la vereda.

DIFERENCIAS CON EL TEXTO DE ESCARI:

Las diferencias que encontramos respecto de ese año con la actualidad son: que en el texto menciona a un diariero, y ahora lo que hay es un puesto de diario en la esquina de Pueyrredón y Bartolomé

Mitre y a sus alrededores se encuentran muchos vendedores ambulantes. También en el texto se menciona el sonido de un pito ocasionado por un vigilante, que en el día que fuimos a esta calle no se encontraba ninguno, solo había un par de policías que estaban comiendo en un puesto ilegal. Y por ahí en el texto no menciona las infracciones de las personas que cruzan sin respetar el semáforo, aunque también lo hacen los automóviles.

INTEGRANTES:

Rojas Yuleisi

Cantero Rocio

Acevedo Jonathan



miércoles, 12 de mayo de 2010

poema collage 2


poema collage



Significado de la sigla INRI


INRI es la abreviación de la frase Latina IESVS NAZARENVS REX IVDAEORVM, la cual se traduce al Español como: "Jesús Nazareno, Rey de los Judíos". Aparece en el Nuevo Testamento de la Biblia Cristiana en los Evangelios de Mateo (27:37), Marcos (15:26); Lucas (23:38), y Juan (19:19). Muchos crucifijos y otras imágenes de la crucifixión incluyen una placa, llamada título, que lleva las letras INRI, ocasionalmente grabado directamente en la cruz, y usualmente arriba de la figura de Jesús. En el Evangelio de Juan (19:19–20) la inscripción es explicada:

19 Pilato redactó también una inscripción y la puso sobre la cruz. Lo escrito era: «Jesús el Nazareno, el Rey de los judíos.»

20 Esta inscripción la leyeron muchos judíos, porque el lugar donde había sido crucificado Jesús estaba cerca de la ciudad; y estaba escrita en hebreo, latín y griego.

Algunas Iglesias Ortodoxas de Oriente usan las letras INBI del texto Griego de la inscripción en la cruz, Ἰησοῦς ὁ Ναζωραῖος ὁ Bασιλεὺς τῶν Ἰουδαίων. Algunos cambian el título por ὁ Bασιλεὺς τοῦ κόσμου (El Rey del Mundo), no implicando que esto es en realidad lo que estaba escrito, sino que eso es lo que debió haberse escrito. También otras Iglesia Ortodoxas de Oriente (como la de Rumania) usan la abreviación INRI. En Hebreo la frase es ישוע הנצרת מלך היהודים (Yeshu'a HaNatserat Melech HaYehudim/ AFI: [\jeʃu'ə\ \hɑ\ \nɑʦeratʰ\ \meleχ\ \hɑ\ \jehuðiːm]). Es posible que el título fuese escrito en Arameo, la lengua vernácula, en vez de en Hebreo.


En España es común usar la expresión "para más inri", cuyo significado es "con el añadido de la burla" o '"por si esto fuera poco".

Algunos masones atribuyen a este acrónimo orígenes paganos, es decir, anteriores a la cristianización. Lo interpretan como "Igne Natura Renovatur Integra", que significa "Por el fuego se renueva completamente la naturaleza". Fuente: Gerard de Séde, El misterio gótico.

INRI (Raúl Zurita)


El mar
Sorprendentes carnadas llueven del cielo.
Sorprendentes carnadas sobre el mar. Abajo el océano, arriba las inusitadas nubes de un día claro. Sorprendentes carnadas llueven sobre el mar. Hubo un amor que llueve, hubo un día claro que llueve ahora sobre el mar.
Son sombras, carnadas para peces. Llueve un día claro, un amor que no alcanzó a decirse. El amor, ah sí el amor, llueven desde el cielo asombrosas carnadas sobre la sombra de los peces del mar.
Caen días claros. Extrañas carnadas pegadas de días claros, de amores que no alcanzaron a decirles.
El mar, se dice del mar. Se dice de carnadas que llueven y de días claros pegados a ellas, se dice de amores inconclusos, de días claros e inconclusos, que llueven para los peces del mar.
La nieve
Los cuerpos caen como trocitos de hielo en la inmensidad encostrada. Está el viento, luego el suave abrazo de sus nieves hermanas, gemelas. La nieve de la cordillera fosforece en la noche doblándose. Fosforece también con ellos.
Ahora son extraños copos de nieve rosa que las nieves hermanas abrazan. Que los barrancos de las cordilleras abrazan. Que las miles de flores blancas que crecen en los abismos de las cordilleras abrazan.
Es eso. Está la noche, la nieve rosa, las flores blancas del fondo de los abismos. Sus cuerpos nievan. Son raros copos que caen, extraños trocitos de nieve o granizo que caen en la noche rosada de las montañas.
Mauricio, Odette, María, Rubén. Las pequeñas flores toman el color rosa de la nevada.
Flores
Desapareció el Pacífico y en su lugar crecieron las flores. Infinitas hortensias azules cubren las extensiones donde una vez estuvo el mar. Infinitas flores que gimen mecidas bajo el viento. Un camposanto es el mar, gimen las flores mientras otro cielo crece encima de ellas. Las magnolias del este donde estaban las cordilleras y las hortensias del oeste donde estuvo el mar se hablan y nos hablan. Desde las espinas de Chile nos dicen de una pasión que nunca las cordilleras ni el mar nos dijeron. Hortensias azules cubren ahora los inmensos territorios del Pacífico.
Epílogo
Cientos de cuerpos fueron arrojados sobre las montañas, lagos y mar de Chile. Un sueño quizás soñó que habían unas flores, que habían unas rompientes, un océano subiéndolos salvos desde sus tumbas en los paisajes. No.
Están muertos. Fueron ya dichas sus inexistentes flores. Fue ya dicha la inexistente mañana.

El viento trae una copla (Bersuit Vergarabat)



El viento trae una copla,
recuerdos de huracán
que un día me partió un ala
y me hizo caer,
hasta que me arrastré.
Nuestra bandera flameaba
en medio del temporal.
Del norte el frío mataba,
se hizo dura la piel,
el terror fue la ley.
Y no olvidé nada,
que plantamos ilusión
en la pampa mojada,
que sudaba, como yo,
inevitable ausencia.
Y no me saqué el anillo,
ni el cielo, la Cruz del Sur,
ni mi titilar de grillo,
que por las noches canta,
porque extraña a su amor.
Y sigo lavando copas
de gente mejor que yo;
si puedo, bebo las sobras:
el mezcladito me enciende.
Y me pongo loco,
fantaseo con el mar,
de irme nadando,
de volverte a tocar.
Y me pongo manco,
manos de inutilidad,
dejé allá mi sangre,
y hoy me tengo que inventar...
¡Si soy argentino!

Canción de Alicia en el país (Seru Giran)



Quién sabe Alicia éste país
no estuvo hecho porque sí.
Te vas a ir, vas a salir
pero te quedas,
¿dónde más vas a ir?

Y es que aquí, sabes
el trabalenguas trabalenguas
el asesino te asesina
y es mucho para ti.
Se acabó ese juego que te hacía feliz.

No cuentes lo que viste en los jardines, el sueño acabó.
Ya no hay morsas ni tortugas
Un río de cabezas aplastadas por el mismo pie
juegan cricket bajo la luna
Estamos en la tierra de nadie, pero es mía
Los inocentes son los culpables, dice su señoría,
el Rey de espadas.

No cuentes lo que hay detrás de aquel espejo,
no tendrás poder
ni abogados, ni testigos.
Enciende los candiles que los brujos
piensan en volver
a nublarnos el camino.
Estamos en la tierra de todos, en la vida.
Sobre el pasado y sobre el futuro,
ruinas sobre ruinas,
querida Alicia.
Se acabó ese juego que te hacía feliz.

Seol (Leónidas Lamborghini)


lo mortal

lo que se oye.

—oíd: el ruido de lo roto en el trono de la identidad

en

lo dignísimo.

—oímos

respondemos: el ruido de lo sagrado de lo unido en

lo dignísimo de

la identidad que se rompe.

oímos lo abierto a lo mortal, la salud rota en

lo mortal: el grito.

—oíd lo roto. lo mortal en libertad. la libertad de lo mortal.

oíd: la libertad de lo roto. el grito.

el trono. el ruido de lo mortal en el trono de lo sagrado

del trono de la identidad.

el ruido de lo roto: la identidad. el trono.

—respondemos: oímos en el ruido el ruido. oímos en el ruido el

ruido. lo sagrado roto o

lo que se une. la identidad en el trono de lo dignísimo o

lo que se rompe en lo unido que se rompe y

abre.

las cadenas rotas de la identidad que se rompe y une. oímos

en lo mortal lo mortal que oímos. lo que se abre a lo mortal:

el grito.

—oíd lo que se oye

oíd lo que se oye.

—oímos el grito de lo mortal de

lo roto de las cadenas. oímos el ruido de lo mortal

en el trono. oímos en el ruido el ruido de lo roto de

las cadenas. de la identidad unida que se rompe y

une: —respondemos

respondemos.

—oíd lo que se oye: en el camino su oíd la salud rota

en el trono. en sus cadenas.

las cadenas de la libertad de lo mortal en el trono

en lo que está coronado o de gloria que se rompe o

une.

—oímos en el ruido el ruido. oímos en lo roto lo

roto coronado que

se rompe.

—oíd lo que se oye.

—oíd lo que se oye.

—oímos lo que se abre: respondemos. lo que está abierto

en el ruido. respondemos respondemos.

oímos en el ruido el ruido. el grito. el trono

de la identidad que se abre a lo mortal. el ruido de

lo mortal. el ruido en

libertad de las cadenas. el trono en la gloria de lo

dignísimo de la identidad de

lo sagrado de la identidad coronado o

que se rompe. o que se abre

en el camino su de. y se rompe o une y se une y rompe.

respondemos respondemos.

—oíd lo que se oye. oíd

lo que se oye.

—oímos la libertad de lo unido o su gloria o lo roto

que se rompe o une, el ruido de la identidad unida que

se abre rota. lo mortal.

oímos en el ruido el grito. el trono en la gloria de

la identidad unida o en lo mortal abierto

a

lo que se rompe. el grito

de la identidad en el trono

de lo unido en su gloria o

que se rompe y une en el grito.

en lo dignísimo de la identidad o

lo roto que

—oíd lo que se oye.

—oíd lo que se oye.

—oímos en el ruido el ruido. oímos

en el ruido el ruido. oímos. respondemos.